domingo, 28 de agosto de 2011

La cárcel más grande del mundo

Érase una vez unos mexicanos que tenían un país. Esto no quiere decir, para nada, que fuese un buen país, un lugar casi celestial, porque, como nos cuentan, hasta en el cielo había problemas. No, simplemente estos mexicanos tenían un país.

Su vida transcurría a pasos agigantados, pero también sigilosos; tanto que aplastaban a unos cuantos millones de personas y sus similares ni en cuenta... hasta que les tocaba a ellos.



Un ¿buen día? un alguien decidió que la mejor forma de detener estos problemas era encerrar a los malos en la cárcel, o por lo menos asesinarlos. Así, sin más miramientos, lanzó, casi a la usanza de un juego infantil, un llamado que decía más o menos así "declaro la guerra en contra de todos mis enemigos qué son...

... Y nunca, en historia parecida, había durando tanto unos puntos suspensivos.

... Y nunca, en historia parecida, había durando tanto unos puntos suspensivos. Las razones son varias, quizá las más obvias es no haber definido quienes eran los enemigos, incluso, si se es más rigorista,  se confundió el primero con amigo, a lo mejor porque llevan letras parecidas. 

Onomatopeyas inundaron el territorio por cielo mar y tierra. ¡Zas! ¡Pac! ¡Pum! ¡Poc! y mezcladas a diestra y siniestra, sobre todo en la segunda. Y las personas aplaudieron que esos malos fueran acabados. O al menos eso creían. Sin explicación  aparente, esos malos, que siempre se dice, son los menos, pululaban. Si moría uno, aparecían dos, si abatían a dos entonces cuatro, y así casi exponencialmente.

La promesa de encerrar a "los malos" ha quedó, en parte, cubierta. Quien no lo crea sólo tiene que ver las miles, quizá millones de familias que deben encerrarse junto con sus sueños, ilusiones y esperanzas. Viven en la cárcel más grande del mundo. 

Y es que, entre las muchas cosas que no se les explicó, fue aclararles quieren eran los malos con respecto a quien. 



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